domingo, 29 de mayo de 2022

Entrevista a Walter Alarcón


Walter Alarcón nació en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, el 8 de enero de 1963. Desde temprana edad comenzó a interesarse por la historieta. En la secundaria conocería a Rubén Meriggi quien casualmente estaba colaborando con Columba realizando los lápices de algunas de sus series. Años más tarde, tras haber presentado nuevos trabajos en Columba, Antonio Presa consideró la posibilidad de que Alarcón fuese asistente de Ricardo Villagrán en el estudio Nippur IV, acuerdo que culminaría al enterarse de que Alarcón conocía a Meriggi y junto a él, fundaron el estudio Drakkar II.  Alarcón realizó diversas historietas dentro de Columba, como Rodwin de las Galias, Wolf, Ciborg, Aar, Historias de mañana, unitarios de ciencia ficción, adaptaciones de libros y mucho más, contando con la posibilidad de dibujar argumentos escritos por Armando Fernández, Ricardo Ferrari, Jorge Morhain, Walter Slavich y Douglas Moore. Su trabajo en otras editoriales incluyó a Cielosur Editora, Thalos y Ediciones Record. Asimismo colaboró en la revista El Historietista de Walter Vázquez , Magma y para DC comics Argentina.

¿Cómo comenzó a interesarse por la labor de dibujante? ¿Cuáles son sus influencias o artistas admirados de todos los tiempos?

Comencé desde niño, era lector de revistas escolares: Billiken, Anteojito. Esas revistas traían dibujos e historietas. Láminas de José Luis Salinas, Bruno Premianni y muchos más. Poco tiempo después comencé con las de Editorial Novaro, las ediciones mexicanas de DC.  Las influencias llegaron más tarde. Los artistas más admirados suman docenas

¿Cómo ingresó al mundo del trabajo profesional de la historieta?

Falté al colegio y fui de visita a Editorial Columba, la editorial que publicaba “El Tony”, “Fantasía”, “D’artagñan” e “Intervalo”. Quería conocer a los dibujantes que admiraba pero no sabía que no trabajaban allí.  Me enviaron al quinto piso, allí me recibió Antonio Presa, el Director de Arte. El vio las carátulas de mis carpetas escolares y me ofreció trabajar con Enio, el dibujante de “Sam Malone”. Mi primer dibujo publicado fue un hospital en Múnich, en la serie “Gente de Blanco”. También colaboré en “A Quemarropa”, un policial ambientado en Francia. La primera medida que tomó Enio para conmigo fue retirar los amarillos y marrones de la caja de colores. “Son la calles de Múnich y Paris, Walter, no son las rocas y desiertos de 'Nippur de Lagash'”, me dijo. Yo coloreaba todas sus historietas  y él enseguida comprendió cuales eran mis lecturas. Mi paleta de colores no era compatible con sus escenarios. Ingo Elfer, un gran dibujante que también trabajaba en el estudio, no podía ocultar su sonrisa. La quita de esos colores solucionó el problema.

¿Cómo era la editorial por dentro, en cuanto a su organización de trabajo?

Puedo contarte lo que yo conocí. Ana María Lameiro era la Secretaria de Producción y quien te entregaba los guiones. También te llamaba cuando se aproximaba la fecha de entrega pues era quien organizaba las publicaciones. La secretaría estaba en el segundo piso. Allí también se ubicaban las oficinas de Ramón y Claudio Columba.


El mítico edificio de la vieja y querida Editorial Columba,
en la calle Sarmiento 1889

En el quinto piso estaban Antonio Presa y Jorge Vasallo, Director de Arte y Jefe de Redacción respectivamente. Cuando yo comencé, el diseño gráfico estaba a cargo de Ciurca, años más tarde Zambrana ocuparía su lugar. En mis inicios, Presa era quien controlaba los dibujos, tiempo después Damián y Emiliano Parmeggiani se ocuparían de esa tarea. Manuel Morini también se ocupaba de la redacción editorial.

En el tercer piso se ubicaba contaduría. Allí estaba Manuel Pérez, quien realizaba los pagos y te entregaba los cheques. Manuel, además, era un magnífico jugador de fútbol y uno de los baluartes del equipo de la editorial.

Vista completa de los pisos del edificio
en donde funcionaba Editorial Columba

El depósito de revistas estaba a más de veinte cuadras de Columba, en la calle Virrey Ceballos. En cada fecha de cobro te entregaban un ejemplar de todas las revistas editadas en el mes, y dos más si habías publicado en ellas. Quien estaba a cargo era Patricio Merlo; otro excelente jugador de futbol y patrimonio de nuestro equipo.

Reitero que es lo que yo conocí. La empresa tenía talleres de impresión, distribuidora, también intereses forestales. Sus actividades excedían lo que uno podía conocer como colaborador.

¿Qué recuerdos tiene de Antonio Presa?

Los más lindos, aprendías mucho con él e infundía respeto. A pesar de que yo era casi un niño cuando comencé, jamás me tuteó. En una fecha de entrega pidió ver mis páginas; a veces solo las hojeaba. Esa vez no. Era un capítulo de “Aar”, el personaje de Douglas Moore. En una escena, la protagonista tenía pesadillas y soñaba con monstruos y enemigos. Presa tomó el guión, vio mis dibujos y la escena no lo convenció. Borró todo el cuadro y lo bocetó él. Me pidió terminar los lápices ahí mismo. Eso sucedió en una pequeña ventanilla, la antesala de la oficina del quinto piso. Ojalá hubiera podido conservar esa página y guardar sus correcciones. Lamentablemente no pude porque era día de entrega.

¿Qué compañeros o colegas de trabajo quisiera recordar y destacar de esas épocas  en Editorial Columba?

Los recuerdo a todos, pero hubo algunos que fueron muy cercanos en la época de formación. José Massaroli y  Alberto Caliva compartían con otros dibujantes el “Estudio Géminis”; una oficina cerca de Lavalle y Pasteur. Eran muy hospitalarios y generosos, siempre había un mate para las visitas. Allí conocí a Mulko, Ramón Gil, Gaspar González y Torre Repiso, entre otros.

Walter junto a Meriggi y Jorge Vasallo en 2009

Walter junto a Carlos Vogt

Walter junto a Meriggi y Robin Wood en 2009

Walter junto a Meriggi y Ramón Columba (nieto) en 2009

También a Miguel Rep de quien fui compañero en Ediciones Record. Él era humorista, sus contactos dentro de Ediciones de la Urraca y los míos dentro de Columba hicieron posible los duelos futbolísticos  entre ambas editoriales.  Y por supuesto que a Rubén Meriggi. Fuimos más que amigos, hermanos. Una vida juntos.

Walter junto a Rubén Meriggi, en un viaje a Victoria, pero en Entre Rios
Walter junto a Rubén Meriggi, compañero de aventuras en un viaje a Victoria,
pero en la provincia de Entre Ríos

¿Había comunicación entre los distintos grupos de guionistas y dibujantes que trabajaban en la editorial? Pregunto porque a muchos lectores nos sorprende leer en tu blog que muchos se conocieron varios años después de haber trabajado para la empresa…

En el caso del post de mi blog, tuve la ocasión de presentar a José Massaroli y Miguel Ángel Verón, pues ambos son mis amigos pero no se conocían. Los dos habían publicado desde la década del setenta, reconocían mutuamente sus trabajos, pero jamás habían sido presentados. No era infrecuente. Yo no conocí a Horvart, Barreto, Muller y tantos otros.

Si conocí a Gerardo Canelo, pues una vez tuvo la gentileza de invitarme a un taxi desde el depósito de revistas hasta las oficinas de la editorial. A David Mangiarotti por intermedio de José Luis García López.  A Miguel Ángel Repetto y Francisco Pascual en la primera reunión de Columba. Y así a otros tantos.

¿Cómo surgió la idea de hacer el blog sobre Columba “De vez en cuando, conviene juntarse un rato”?

Fue un medio para difundir los relatos, experiencias y fotos de nuestros encuentros.  Uno de los primeros post  se refería a las disputas futbolísticas contra la revista Hum®. A pesar de que Ediciones de la Urraca (que editaba la revista) no perdía oportunidad para criticar las publicaciones de Columba, nada de eso se reflejaba en el campo de juego. Quizá fue así porque nunca pudieron ganarnos.


El joven equipo de fútbol de Editorial Columba
(foto gentileza del blog de José Massaroli http://jose-massaroli.blogspot.com/)

La portada y el título del blog fueron tomados de un póster de la ADA (la Asociación de Dibujantes de Argentina), con una salvedad: “Wolf”, el personaje de Jorge Zaffino, está agregado. Fue dibujado por él en original sobre el impreso. El personaje aun no existía cuando se creó el afiche. Esa versión en particular estaba colgada en Nippur IV.

Portada del blog de Walter Alarcón
http://walteralarcon.blogspot.com

¿Qué recuerdos tiene de su trabajo como ayudante de Rubén Meriggi?

No fui su ayudante, tampoco lo asistí. Jamás dibujé una sola línea sobre alguna de sus páginas. Los recuerdos de cuando trabajábamos juntos son muy muy felices. Él era un apasionado de la historieta. La difundía en cada evento que participaba u organizaba. Solo tenía palabras de aliento para aquellos que deseaban ingresar al medio.

Luego de entregar nuestra primera historieta juntos, decidimos fundar un estudio. Lo llamamos “Drakkar II”. Drakar por los navíos de los vikingos que dibujábamos, y dos por el número de integrantes. También como un homenaje al estudio “Nippur IV”.   

Emblema del Estudio Drakkar II

¿Cómo era un día de trabajo en el estudio, en dónde estaba ubicado?

El estudio estaba ubicado en Victoria, San Fernando. Empezábamos por la mañana, hacíamos una pausa a mediodía y trabajábamos hasta las cinco o seis de la tarde. Cada uno con su propio guión. Compartíamos el material de archivo y la documentación. Nos acompañaban los ladridos de Lucas, su perro. Rubén usaría tiempo después ese nombre como seudónimo y lo confundirían con Lucas, el creador de “Cazador”. Pasábamos el día escuchando a Pink Floyd, Supertramp, Genesis, Kayak, Queen…

Walter junto a Rubén Meriggi, en la puerta de entrada al edificio de Editorial Columba,
recordando viejas épocas, luego de un partido de fútbol

¿Cómo era la organización del trabajo junto a Rubén Meriggi? ¿Cuáles fueron los personajes que dibujaron juntos?

Mi relación de trabajo era con la editorial. Columba me daba el guión y una fecha de entrega. Yo lo terminaba, lo entregaba junto una factura con la siguiente frase: “Por la venta del siguiente material gráfico en original que queda en propiedad del editor: 11 páginas de la historieta Wolf, 'Excalibur y la dama del Lago'”, por ejemplo.  Días después Rubén lo retiraba para entintarlo. Dibujamos juntos “Wolf”, “Rodwin de las Galias”, “Ciborg”, “Aar”, “Historias del mañana”, y muchísimos unitarios.

¿Recuerda el motivo por el cual le es entregada para ilustrar la serie Wolf a Rubén Meriggi o bajo qué situación? ¿Qué aportes tuvo Ud. en dicha serie?

Cuando llegué a su estudio él ya estaba dibujando la serie. Me contó que ya no quería dibujar policiales. Durante años había dibujado “David Coates”, un policial que salía en D’artagñan. Lo hacía en el estilo de Lito Fernández.  Rubén era un admirador de Jack Kirby, John Buscema y Joe Kubert y quería hacer algo en ese estilo.  Hizo una muestras al estilo temprano de Zaffino (los primeros capítulos de Wolf) y Antonio Presa las aceptó. Así fue como le dieron “Rodwin de las Galias” primero, y “Wolf” después.  No creo que mis aportes a la serie hayan sido significativos.

¿Qué recuerdos y qué opinión tiene sobre la historia del personaje?

Yo estaba a la espera del regreso de Jorge Zaffino luego de su paso por el servicio militar. Reapareció con “Wolf”. Sus páginas eran más climáticas que su obra anterior, estaba creando un nuevo estilo. La historia del personaje era fantástica, yo era lector y aguardaba expectante cada nuevo capítulo.

Lamento mucho la pérdida reciente de Robin Wood. Él fue el creador de “Wolf” y de los personajes más admirados de la editorial. Yo crecí con “Nippur”, “Savarese”, “Mi Novia y Yo”, “Jackaroe”, entre tantos otros. Fue el escritor más talentoso que tuve la suerte de conocer.

Walter junto a Robin Wood en 2009

¿Conoció personalmente a Jorge Zaffino?  ¿Qué opiniones tiene de él como dibujante? ¿Qué obras admira?

Sí. Lo conocí en los ascensores de Columba en un día de entrega. Creo que fue la aparición más relevante en su generación. Estaba a la altura de los grandes maestros. Admiro toda su obra, era un artista en constante evolución. Fue muy penoso que partiera tan joven.

En esos ascensores también conocí a Ricardo Villagrán. Él siempre estaba yendo o volviendo de New York, con esos chalecos inflables y una gorra de los New York Yankees. Le tenía mucho respeto, no me animaba ni a saludarlo. Con el paso de los años nos volvimos grandes amigos.

Walter junto a Ricardo Villagrán

La serie Wolf se cierra en el episodio 71 “El final de sangre”, un capítulo épico, pero inmediatamente la editorial la continua, y se nota su estilo en  la sagas siguientes…  ¿Qué sucedió, Ud. iba a tomar los lápices del personaje?

Son decisiones que tomaban Jorge Vasallo (Jefe de Redacción) y Antonio Presa (Director de Arte). Yo simplemente agradecí cuando me dieron el primer guión para continuar la serie pues, como te dije, era lector del personaje.

Wolf, episodio 71, un final épico
 para una gran saga, que luego continuaría

Página del primer episodio de Wolf acreditado a Walter Alarcón,
publicado en la revista Fantasía en Marzo de 1985

Walter junto a Armando Fernández y Rubén Meriggi,
un trío fundamental en una de las mejores sagas de Wolf

En cuanto a esas decisiones, un buen ejemplo es el unitario publicado bajo el título “El sacrificio de Leinin”. Este es quizá, el mejor capítulo dibujado por Zaffino. Sin embargo, fue eliminado de la serie y publicado en dos unitarios. La evolución gráfica de Zaffino era de tal magnitud que la editorial temió que no se reconociera a los personajes.

Página presentación de "El sacrificio de Leinin",
el episodio descartado de Wolf dibujado por Jorge Zaffino

¿Por qué no fueron acreditados de forma correcta algunos de sus lápices en la serie Wolf? ¿Hubo otras series dibujadas por Ud. que no fueron acreditadas en las revistas?

Todas estaban acreditadas, a excepción de dos o tres capítulos cuyos guiones estaban destinados a Rubén. Por alguna razón él no podía concluirlas (fechas de entrega de “Crazy Jack“, creo recordar) y dibujé los lápices sin darle aviso la editorial. En el episodio “El camino de los fantasmas”, por ejemplo, dibujé todas las páginas excepto la uno, la tres, y la última. No sé las razones por las cuales no se acreditaron las mismas historietas en las reediciones de años posteriores. Esa época fue un caos, fueron republicadas luego de mi partida y bajo otra administración.

Episodio "La maldición de Morgana", por Meriggi-Alarcón

Página del episodio "El camino de los fantasmas",
con lápices no acreditados de Walter Alarcón

También hubo una miniserie de tres capítulos de ciencia ficción, adaptación de un libro, que tampoco fue acreditada. Eso fue lo último que dibujé para Columba. De cualquier modo no es relevante, solía suceder, y el trabajo me fue pagado.

¿Por qué tuvo que dejar de dibujar? ¿Y cuándo retoma su labor como dibujante en Columba?

En aquella época de “Wolf” mi matrimonio estaba en ruinas. Todo culminó en un divorcio y quedé solo con un bebé de seis meses. Ante esa responsabilidad preferí retirarme. Cuando mi hijo tuvo la suficiente independencia, volví. Presa estaba al tanto y me tuvo una enorme paciencia. Fui padre soltero por casi siete años

¿Qué recuerdos tiene de Armando Fernández? ¿Cómo era la forma de trabajo utilizada por él? ¿Se conversaba previamente o solamente había indicaciones para con los dibujantes?

Fue muy generoso conmigo. En un momento la necesidad de guiones era apremiante y él siempre halló un espacio para escribir para mí. Sus guiones eran tan claros que no había necesidad de conversarlo. Si había alguna duda, lo llamaba por teléfono.

Walter junto a Armando Fernández en 2009

¿Cómo tomó personalmente el declive y el posterior cierre de Editorial Columba?

Yo ya no estaba allí, pero era evidente que las revistas buscaban un cambio. Desafortunadamente esos cambios fueron bruscos y las revistas, al menos para mi gusto, perdieron identidad. Luego supe que Ramón Columba había vendido sus acciones a su primo, Claudio Columba. Este dejó la dirección de las revistas en manos de quienes no estaban capacitados. Las ventas cayeron a pique y setenta años de historia se hicieron trizas.

¿Cómo fueron sus comienzos dibujando en el estudio de los hermanos Villagrán?

Yo llegué al estudio años después de haber trabajado en Columba. Enrique Villagrán era representante de dibujantes argentinos en el exterior y yo quería volver a la actividad. Había dejado de dibujar por más de una década, olvidando el oficio y estaba desactualizado. Pasé dos o tres temporadas allí.

Walter, junto a Rubén Meriggi y Villagrán en Animate

Reunión de dibujantes, junto a José García López,
Ricardo Villagrán y Rubén Meriggi en 2013

¿Qué recuerdos tiene de Enrique Villagrán?

Muchos. Algunos mañanas de invierno, solos en su estudio. Mi tablero frente al de él, dibujando u hojeando revistas. Muchas fotos que circulan de él las tomé yo, en aquellas mañanas. Teníamos largas charlas, yo lo apreciaba y admiraba mucho.

Enrique Villagrán en su estudio
(Foto original de Walter Alarcón)

Pasábamos grandes momentos en las despedidas de fin de año, los Villagrán eran excelentes anfitriones. Enrique había dibujado un capítulo de Superman y la editorial DC lo había obsequiado con una capa del personaje. En una despedida se la puso y fue muy divertido. Debimos haber tomado más fotos.

Enrique Villagrán, en otra imagen de su estudio
(Foto original de Walter Alarcón)

Pasé su último cumpleaños en su casa, ya no estaba bien de salud. Meses después falleció. Lo acompañé en su sepelio y fue un día muy triste. Prefiero recordarlo con los buenos momentos vividos en el estudio.

¿Cómo era él como docente?

Él estaba al tanto de todas las tendencias, de todos los nuevos autores, de todas las publicaciones. Trataba de encajar tu estilo, o mejor dicho tus capacidades, del modo que pudiera representarte con éxito. Te sugería y te hacía comprender por vos mismo cual era el mejor camino.

¿Puede comentar alguna técnica específica de trabajo?

Quien estaba a cargo de las técnicas, la proporción, el emblocamiento, la perspectiva, la luz (los aspectos formales del dibujo) era Carlos Villagrán. Carlos era riguroso pero también muy divertido y amable.

Walter dibujando junto a Ricardo Villagrán,
en la Expo Pradere 2009

Una de sus frases célebres cuando miraba una figura o un personaje mal dibujado, mal construido o fuera de perspectiva era: “Pobrecito, ¿qué le pasó?”

Walter junto a Carlos Villagrán

¿Qué puede contar de su labor periodística sobre el mundo de la historieta?

“Labor periodística” es una frase que me queda grande. Como te dije, yo me había retirado de la profesión pero estaba al corriente de lo que sucedía pues leía revistas especializadas. Jamás encontré notas o reportajes a autores como Carlos Roume, Magallanes, Ernesto García, Arturo del Castillo, José Luis Salinas, Alberto Salinas, Carlos Vogt, Jorge Moliterni o tantos otros. Cada uno de ellos tenía una vida dedicada a la profesión y yo estaba seguro que tendrían mucho para contar y un gran conocimiento para transmitir. Entendía que no eran autores de moda pero no importaba, pues el conocimiento es atemporal.

En aquellos días (fines de los noventa) me acerqué a una comiquería ubicada al lado de donde estaban las oficinas de García Ferré, en la calle Corrientes. Era quizá la librería especializada más importante de país; en la entrada tenía una figura imponente de Batman en tamaño real.  Quería comprar  unos títulos dibujados por García López pero me respondieron: “¿quién?” Llamaron a un vendedor, luego a otro, y luego a un tercero. No sabían de quien les estaba hablando. Si en ese lugar no conocían a un autor formado en nuestro país y que se había convertido en el emblema de DC Comics, el hogar de Batman ¿que se podía esperar del resto?

Fue así que me propuse difundir  a los artistas que admiraba. Comencé con “El hombre de la mancha”, la vida y la obra de Jorge Zaffino. Lo escribí pocos días después de su fallecimiento, todavía estaba muy conmovido por su partida.

Por increíble que parezca, ningún medio se había hecho eco de su obra. Desde sus dieciséis años había desarrollado una carrera con picos altísimos, iniciando y abandonando estilos a su paso,  pero para los medios no existía.  “Fierro” le había realizado una entrevista, pero solo como consecuencia de haber dibujado “Punisher”. No había mención a obras como”, “Nippur de Lagash”, “En la línea”, o “Troels”, “El sacrificio de Lenin”, todos trabajos magníficos. Pero claro, habían sido publicados en Columba.

Al cabo, escribí varias notas de los autores en “El Historietista” y tuve a cargo la redacción de la misma. El perfil de notas y reportajes que buscábamos con Walter Vázquez, el editor, era rescatar a los artistas ausentes en los medios.



En la editorial Thalos realicé una labor similar. Escribí una serie de notas titulada “Historias de Gigantes” para revista Magma. Allí pude difundir la obra de José Luis y Alberto Salinas, Juan Zanotto y otros. Desafortunadamente Magma cerró y quedaron varias inéditas.

Y finalmente pude entrevistar a García López. El reportaje se publicó en DC Comics Argentina.

¿Qué opinión tiene de José Luis García López? ¿Lo conoce personalmente? ¿Qué obras admira?

Opinión no. Admiración. Creo que es como un gran director de cine. Quiero decir, cuando leo sus historietas logra sumergirme en su mundo y olvido que estoy leyendo.  Los personajes, la escenografía, la ambientación, la narrativa; todo está al servicio de la historia. Crea un lenguaje en conjunto con el guión. Eso es algo muy difícil de lograr. Luego, cuando dejo de leer y vuelvo a sus dibujos, me deja sin habla. Batman, “Reing Of Terror”, está entre mis historietas preferidas de todos los tiempos. Más allá de ese título, admiro toda su obra. Y sí, lo conozco personalmente.


Walter junto a José García López

¿Es cierto que es fan del rock internacional y que ha entrevistado a algunas figuras muy conocidas?

Quizá “fan” no sea la palabra adecuada. Me gusta mucho la música, crecí con Los Beatles, Genesis, Yes, Supertramp… En 1998, Roger Hodgson, uno de los dos líderes de Supertramp vino por primera vez a la Argentina. Tuve la oportunidad de conocerlo y tener una charla con él en el backstage. Supertramp es probablemente mi banda preferida de todos los tiempos. Desde aquel año, cada vez que Hodgson visitó nuestro país (cuatro o cinco veces) me invitó a los camarines.

En una de esas oportunidades, en el teatro Gran Rex, Hodgson tenía pautada una entrevista con un camarógrafo amigo: Horacio Martínez. Me invitaron a entrevistarlo y todo iba sobre ruedas hasta que Hodgson me pidió que me ubicara frente a cámaras, a su lado. La emoción pudo más y se me hizo una laguna del tamaño del Amazonas. Horacio Martínez salvó la situación con su profesionalismo y trabajo de edición.

Lo más lindo que lograron estos encuentros fue la posibilidad de conocer amigos alrededor del globo. Howard Heckers, ingeniero de sonido y productor  de Hodgson (trabajó con Liza Minelli, Peter Frampton, Ray Charles y Randy Newman, entre otros) visitó nuestro país y compartimos cenas y almuerzos juntos. Es un buen amigo. Y así tantos otros.

¿Qué significaron las reuniones de personal y colegas de Editorial Columba que empezaron a realizarse a partir de 2009?

Fue muy emotivo, sobre todo la primera y la segunda reunión, cuando Ramón Columba (H), aún estaba entre nosotros. Fue sorprendente recibir su llamado telefónico pues te invitaba personalmente. Luego, ver a todos los dibujantes, guionistas y personal de la editorial reunidos después de tanto tiempo fue muy grato. Ramón Columba (nieto) hizo un gran esfuerzo para que esas reuniones fueran posibles. Ya estamos en conversaciones para planificar la próxima. 

El staff de Editorial Columbra, en la reunión anual del año 2009

¿Qué siente cuando pasa por la zona en donde estaba ubicada la editorial? ¿Volvió alguna vez a ese mítico edificio?

Viví en esa zona desde la adolescencia hasta entrados los treinta años de edad. Bartolomé Mitre entre Riobamba y Ayacucho, a dos cuadras. Fue mi barrio durante mucho tiempo.

Volví al edificio hace un par de semanas, pero fue fortuito. Durante la pandemia, mi esposa cursó una especialidad on line y me pidió que la acompañara a buscar el título. Grande fue mi sorpresa al enterarme que el curso se dictaba desde allí: Sarmiento 1889.

Walter en el año 2021, en la puerta de ingreso a las oficinas,
dentro del edificio en donde funcionaba la mítica y querida Editorial Columba

Recorrí los pasillos, los ascensores, las escaleras. La sensación fue ambigua, todo estaba allí y sin embargo no quedaba nada. Faltaban las voces, los pasos, los apuros de las fechas de cierre. Como dijo una amiga cuando vio las fotos: “un lugar lleno de ausencias”.

Una de las puertas de entrada a las oficinas de Editorial Columba
(Foto original de Walter Alarcón)

Los míticos ascensores del edificio
donde funcionaba Editorial Columba

Palier de uno de los pisos del edificio de Sarmiento 1889

¿Qué opinión le merece el revisionismo y el rescate que se ha hecho de Columba en los últimos 15 años? ¿Qué siente cuando los lectores le preguntan sobre esas épocas de trabajo en Columba?

Creo que los personajes han superado la prueba del tiempo. Que las historias han dejado huella en miles de lectores. Que muchos maestros han hecho escuela con sus dibujos y que setenta años de historia no han sido en vano.

Yo respondo hasta donde sé, pero hay docenas de artistas, dibujantes y guionistas que hay que entrevistar antes que sea tarde. Ellos son los Maestros.

Quisiera agradecer a aquellos lectores que se han tomado el trabajo de escanear y difundir las obras de la editorial.  Es grato observar su apoyo y cariño a Columba luego de tantos años. Tengo contacto con ellos a través de las redes sociales y han rescatado obras que se creían en el olvido. Eso es muy valioso.        


 

miércoles, 8 de diciembre de 2021

Wolf: el episodio perdido

Jorge Zaffino fue el dibujante original de la serie Wolf, con guiones de Robin Wood, uno de sus trabajos más recordados en Columba. La historia estaba ambientada en sus comienzos en el impreciso marco del año 1000 en las islas británicas, enmarcada en el escenario de bosques sombríos, sajones, vikingos, castillos y duendes. En los primeros episodios, el dibujo era claro, en la línea y el estilo de Ricardo Villagrán, pero con el agregado de grandes páginas presentación y finales a doble página, además de muchos fondos con una neta influencia de Harold Foster. 



Con el correr de los capítulos, promediando la serie, ésta fue evolucionando hacia un estilo más sombrío, más oscuro. Tal fue el caso que un episodio muy importante para la saga, fue descartado por los directivos de la editorial, pero debido a su excelente calidad gráfica, fue publicado en la revista El Tony en forma de miniserie de 2 episodios, titulada “El sacrificio de Leinin”. El primer episodio fue publicado en la revista El Tony Todo Color 12, el 29 de Noviembre de 1983, con guión de Denny Robson (Armando Fernández) y dibujos de Jorge Zaffino. Si bien el estilo del dibujo difería un poco del ilustrado en la serie regular de Wolf, sus personajes principales son fácilmente reconocibles, distinguiéndose claramente a Wolf, Gwendolyn, Mette, Harald Sigurdsson, Vorgon y Urwin, todos protagonistas recurrentes de la saga principal. Al leer la miniserie, es evidente que la re escritura de Armando Fernández es muy forzada, y no queda del todo convincente, una verdadera pena que este episodio no fuese publicado como parte de la saga principal de ese momento de Wolf, ya que el resultado artístico es impresionante. La idea central de estos capítulos fue luego ilustrada por Rubén Meriggi, en una memorable saga que finaliza con un episodio en donde en los cuadros finales Mette es dramáticamente asesinada de un lanzazo por Caín, un renegado sajón traidor… 

(Agradecimiento a Ariel Avilez, a José Ignacio Recalde por algunas imágenes, y muy especialmente a Walter Alarcón por la gentileza de brindarme asesoramiento especializado y el conocimiento de datos técnicos sobre el gran dibujante que fue Zaffino).

A continuación, los 2 episodios completos, para disfrutar de las maravillas de Jorge Zaffino...